¿Reformar las PASO? Una mirada crítica de sobre su futuro

Equipo MAD

Carolina Tchintian nos ofrece un análisis profundo sobre las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), evaluando si han cumplido sus objetivos de democratización y ordenamiento electoral, y planteando posibles reformas. Desde la baja participación hasta los efectos no anticipados, Tchintian reflexiona sobre cómo mejorar el sistema político argentino, destacando la importancia de adaptar las PASO a las necesidades actuales sin perder los logros obtenidos.

Carolina Tchintian es doctora en Ciencia Política (Rice University), magíster en Políticas Públicas (Universidad Torcuato Di Tella) y licenciada en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires). Es docente de la Universidad de Buenos Aires y profesora invitada de la Universidad Torcuato Di Tella. 

Carolina, ¿qué hacemos con las PASO?

Para mí hay dos preguntas. La primera es ¿qué diagnóstico hacemos con la implementación de las PASO? Esto incluye evaluar cuáles fueron sus objetivos, si se cumplieron y si además hubo efectos no anticipados que requieren ser atendidos o corregidos. La segunda pregunta, que para su respuesta tenemos que tener mucho más en claro qué hacer con las PASO, es hacia dónde queremos ir. Si tenemos claro este objetivo, va a ser más fácil definir las herramientas necesarias. Lo que es indiscutible es que no se trata de un debate en el que las únicas opciones sean mantener o derogar. Un debate serio debería también considerar qué aspectos conviene mantener y cuáles reformar.

¿Cuáles fueron los objetivos?

Las PASO se propusieron con dos grandes objetivos. La primera es la democratización, que abarca dos dimensiones. La dimensión interna busca garantizar un espacio donde las diferentes líneas internas puedan competir en condiciones de igualdad dentro del mismo partido sin necesidad de recurrir a candidaturas externas. La dimensión externa, por su parte, se centra en fortalecer la relación con la ciudadanía. La hipótesis es que si se cuenta con mecanismos más abiertos y más transparentes, estos pueden generar mayor confianza hacia los partidos y así acotar la brecha con la ciudadanía. El otro gran objetivo tenía que ver con la fragmentación partidaria a partir de dos cambios. En primer lugar, ordenar la oferta electoral en las elecciones generales con una barrera del 1,5%. El otro cambio, más ambicioso pero con una herramienta seleccionada bastante modesta, apuntaba al ordenamiento del sistema de partidos. El cambio consistió en reemplazar el requisito de 0,4% de adherentes por el de afiliados para formalizar un partido con el objetivo de reducir la fragmentación del sistema en general.

¿Se cumplieron los objetivos?

Hay cosas que se pudieron cumplir y otras no tanto. Sobre el tema de la democratización, la ley obliga a los partidos a pasar por la primaria como un paso previo para participar en la elección general. Pero no los obliga a presentar internas. Esto se cumple: ninguna agrupación que no haya superado el umbral de las primarias puede participar en la elección general. El problema radica en cuánto se usan las primarias. Ahí está el otro tema. ¿Para qué tenemos un sistema de selección de candidaturas cuando se usa poco? Esa es la segunda parte de la respuesta  La mayor parte de las agrupaciones prefieren ir a las primarias con una lista de unidad. Sin embargo, hay tres datos que me parecen importantes. Primero, desde 2011 hasta 2023, y esto no es lineal, la cantidad de partidos con internas creció, sobre todo para la categoría de diputados. En 2011, solo el 11% de las agrupaciones presentaron internas, mientras que en 2023 aproximadamente el 30%. Además, en las elecciones presidenciales hubo dos casos en los que no se presentaron internas y dos en donde sí. Lo interesante del caso del 2023, a diferencia de 2015, es el hecho de que las dos grandes coaliciones decidieron presentar líneas internas. Tercero, la cantidad de fórmulas presidenciales en 2023. Teníamos 27 fórmulas en las PASO y quedaron cinco en la general, porque la gran mayoría no llegó al umbral del 1,5%. Sobre la relación respecto de la ciudadanía, este es un dato descriptivo, ya que no podemos asociarlo con las primarias. Si se observa a Latinobarómetro, se puede notar un incremento en la confianza hacia los partidos políticos luego de 2011, pero luego vuelve a descender muy rápidamente. De cualquier modo, en general este indicador siempre se mantuvo por debajo del 30%. Después está el tema de la fragmentación. En ese sentido me parece que sí hay un rol importante que las primarias desempeñaron, que es ordenar la oferta electoral. Desde que se implementaron las primarias menos del 50% de las listas que se presentaron a las PASO para la categoría de diputados lograron pasar a las elecciones generales. En 2023, solo pasó el 34% en esta categoría. Hubo un efecto fuerte de este umbral pero también un efecto anticipatorio de formar coaliciones para superarlo. Y también un efecto no observado, pero probable, que es la utilización de las primarias como una herramienta de negociación en las listas. Así que me parece que generan incentivos interesantes que no se ven de forma evidente.

Sin embargo, Argentina tiene el récord regional de partidos políticos nacionales, con más de 50.

Luego de la adopción de las primarias, hubo un descenso en el número de partidos nacionales que llegó a alrededor de 30, pero luego volvió a aumentar. Ni hablar si nos metemos en el orden distrital, ahí es todo otro mundo y estamos hablando de otras dimensiones. Pero lo real es que Argentina cuenta con el sistema de partidos más poblado de la región. Eso tiene que ver con requisitos bastante laxos para su formación y para el sostenimiento de la personería.

¿Te parece viable la alternativa, ante las críticas por el bajo uso y de fatiga de los votantes por la duración de las campañas y la cantidad de veces que hay que ir a votar, que las PASO sean optativas, sea para los partidos, la ciudadanía o para ambos?

Los niveles de participación son realmente muy altos en la Argentina para hablar de fatiga, incluso en las primarias. Pero aún cuando esto fuese un problema, probablemente existan otras soluciones. Por ejemplo, pensar en la definición de un calendario unificado o un calendario fijo, que genere mayor previsibilidad para partidos y votantes en todas las provincias. Por otro lado, algunos autores resaltan como efecto lateral de las PASO la generación de información para ajustar estrategias tanto para las élites como para la ciudadanía. Entonces los votantes pueden ejercer un voto más sincero en las primarias y uno más estratégico en la elección general sabiendo qué pasó en la primaria. Ahora, tenés un gran lado B, que es lo que nos preocupa. Cuando las diferencias son muy grandes y está en un juego el oficialismo, el resultado de la primaria puede deslegitimar y generar un vacío de poder. Hay un conjunto de reformas que pueden minimizar esos efectos laterales, como la deslegitimación del oficialismo o el efecto ganador único hacia el interior de las agrupaciones o, como abrir la fórmula presidencial y reducir el tiempo entre las PASO y las generales. Después está la crítica que se usa poco y es muy costosa. Es la crítica con la que estoy menos acuerdo, en la que básicamente se diseña y adopta una institución o ente porque se suele considerar más adecuada para la democracia que se pretende para ese país. 

¿Primarias optativas u obligatorias?

Es una opción a evaluar. Me parece que hay que pensar qué objetivos se pretenden cumplir y, a partir de eso, intentar sostener los beneficios generados por las primarias y corregir lo que se puede mejorar. Ese me parece que es el norte. Si reconocemos que las primarias han tenido un impacto positivo en ordenar la oferta electoral, entonces tenemos que conservar todos los elementos que lo garantizan. La obligatoriedad de las primarias para los partidos debería mantenerse, así como la garantía de que el Estado pueda proporcionar ese espacio de resolución interna. Pero podría ser optativa para la ciudadanía. Creo que es lo que más se puede acercar a esta idea de combinarlos beneficios y continuar siendo un espacio abierto a la ciudadanía. Quién quiera participar tiene la posibilidad de hacerlo. Además, las primarias garantizan un espacio para que las líneas internas diriman sus diferencias sin necesidad de competir por fuera. Continúa ordenando el sistema de partidos porque obligatoriamente tenés que pasar por la primaria. Si la hicieras optativa para los partidos políticos este efecto se eliminaría. Es verdad que existe el riesgo del “efecto invasión”, pero se puede minimizar porque todos los partidos se tienen que presentar en las primarias y hay que juntar suficientes votos para pasar esa instancia y competir en la elección general. Al mantener un umbral como barrera, el primer incentivo no es interferir en la elección del otro, sino reunir los votos necesarios para pasar a la siguiente etapa. Un efecto de volver las primarias opcionales para la ciudadanía es la baja participación, pero incluso esto tiene una externalidad positiva: se elimina el efecto encuesta porque ya no se puede predecir el resultado de la elección general con el resultado de las PASO.

Pero no es lo mismo una PASO donde participa una mayoría de la ciudadanía que una donde participa el 3%.

No me parece que deslegitime un proceso que tiene como objetivo la nominación de candidaturas. No hay ganadores y perdedores en las primarias, hay nominaciones. No veo como algo deslegitimador el hecho de que participen los interesados en la política y los que están realmente motivados por una primaria. 

Una mirada alternativa podría ser: hagamos el trabajo previo, ordenemos la enorme cantidad de partidos, y no le pidamos al sistema electoral que resuelva lo que debería la ley de partidos. ¿Qué te parece eso?

Independientemente del problema de las PASO, existe una gran deuda relacionada con ordenar el sistema de partidos. Argentina tiene un régimen de registro de partidos políticos con muy bajo costo. Los requisitos son muy laxos, no solo para el registro, sino para la permanencia y para la participación en elecciones también. Por ejemplo, con la personería en un solo distrito podés presentar una lista para la Cámara de Diputados. Esto es bastante inusual en el resto de la región. Me parece que este es un tema que tenemos que reformar pero que es independiente de las primarias. 

Probablemente el gobierno vaya a abrir una discusión. ¿Qué otros elementos proponés incorporar a la agenda de reforma política?

Discutamos las PASO y las alternativas de reforma para mejorar su funcionamiento. Mientras, se puede ir pensando en cómo mejorar los requisitos de conformación y sostenibilidad de los partidos. No hay que reformar todo junto. Una opción es la gradualidad, por ejemplo corregir algunos efectos de las PASO, como acortar los tiempos entre las primarias y las generales teniendo en cuenta la viabilidad técnica desde el punto de vista de la administración electoral, después deberíamos considerar cómo mejorar el funcionamiento mismo de las primarias y, tal vez en paralelo, cuál es el mejor régimen de partidos para la Argentina.